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El 30 de enero del pasado año me cupo la satisfacción de conocer de la existencia y, en lógica consecuencia, de hospedarlo en este rincón, de un grade, tanto más grande cuanto más humilde.

Tan humilde que hasta hoy no había vuelto a tener referencia de él. Y la de hoy ha sido porque ha fallecido.

Titulé aquella entrada “Várez Fisa como alegoría”. En su homenaje, reproduzco el texto:

Creo que ayer fue un gran día. No tanto por lo cuantitativo   -que también-  como por lo cualitativo y simbólico.

Un filántropo de cuya existencia pocos sabíamos    -lo que ya es mucho y bueno decir de él-   formalizó la donación al Museo Nacional de El Prado de doce señeras obras del románico que en lo sucesivo   -circunstancia única hasta el presente-   se expondrán en una sala cuyo nombre recordará a su familia.

Poco más se puede añadir sobre este evento que, como escribo, engrandeció el día en que tuvo lugar. Solo que el mecenas se llama José Luis Várez Fisa, que es catalán y que es de suponer que él y su familia habrán querido el mejor alojamiento para su grandeza, donde más brille.

Toda una alegoría, desde una perspectiva, de la excelencia del querer estar donde corresponde estar y desde la contraria, de la pequeñez de las aspiraciones sin fundamento.

No obstante su sustancia, omito toda referencia a las palabras del Presidente del Gobierno en el mismo acto.

Termino y D. José Luis me disculpará el postrero comentario que alguno de los inciertos lectores podrá tildar de “boutade” aunque yo pretenda lo contrario: Su foto (primer plano) de hoy en ABC, más que foto se me antoja óleo y buen óleo, de un personaje velazqueño.

 

Gracias a quienes corresponde y saludos a todos.

Várez Fisa

Descanse en paz el filántropo humilde, y quiera quien pueda decidirlo    -Dios, el destino, la suerte …-   que los españoles conservemos de él el reconocimiento que él no buscó en vida.